A poco más de dos horas de la Ciudad de México, entre el bosque y un lago esplendoroso, se encuentra Valle de Bravo, un pueblo mágico que además de tener uno de los paisajes naturales más espectaculares de México, alberga en sus alrededores muchos negocios locales fascinantes. Acompáñanos a vivir una escapada llena de experiencias inolvidables en este rincón del Estado de México.
Panadería San Simón
Comenzar con un desayuno rico y abundante es clave para tener un gran día. A 25 minutos de Valle de Bravo, en San Simón el Alto, te espera panadería San Simón, cuyas grandes mesas de madera estilo picnic, iluminación cálida, chimeneas y terraza con vista a un jardín en medio del bosque te harán sentir que estás en casa de un viejo amigo o amiga.
Panadería San Simón tiene un menú fijo y uno que cambia cada mes. “Me gusta estar inventando y probando comida, por lo que siempre vas a encontrar algo nuevo”, nos cuenta Paola Sepúlveda, chef ejecutiva y emprendedora de San Simón. Por esto, ella recomienda mucho pedir los especiales de desayuno.
Si ya se te hizo tarde, Panadería San Simón también tiene deliciosas opciones para brunchear, comer y cenar. Sus pizzas al horno de leña son uno de sus platillos distintivos, pues este lugar inició preparando exclusivamente pan y pizzas. Sin embargo, Paola insiste en que los especiales son lo que no te puedes perder: “Son de temporada y hay platillos muy buenos. Por ejemplo, en octubre y noviembre metimos muchas cosas ricas con calabaza y de lenta cocción, como la crema de calabaza mantequilla con fetas, las berenjenas al grill con aderezo o el angelotti de calabaza de castilla”.
Panadería San Simón también cuenta con una tienda de productos artesanales, hechos en su mayoría por productoras y productores locales, en la que venden desde salsas hasta productos para la higiene. Además, recientemente sumaron al proyecto a Casita Panadería, una cabaña disponible para hospedarse en San Simón, que es un lugar ideal para hacer trekkings y bici de montaña.
Agua, Sal y Aire
A unos 20 minutos de San Simón el Alto, te recomendamos visitar Agua, Sal y Aire, ubicada en Avenida del Carmen 28, dentro de la Plaza Green Station, en Avándaro. El enfoque de este proyecto es compartir las nuevas propuestas de artistas locales enfocadas en diseño, iluminación, cosmética, joyería, arte visual, mixología y más.
Todas y todos quienes participan tienen una propuesta que, además de ser artística, es consciente. Así nos lo cuenta Andrea de la Fuente, emprendedora y curadora del proyecto: “Agua, Sal y Aire comienza desde la necesidad de tener un espacio creativo en donde muchas personas de la comunidad y yo pudiéramos exponer nuestras creaciones. El concepto se trata de que todo sea diseño consciente: tomando en cuenta la ecología, el comercio justo y hecho a partir de materiales naturales”.
En Agua, Sal y Aire podrás encontrar, por ejemplo, ropa hecha con algodón agroecológico, telas pintadas con tintes naturales y cosméticos sustentables. “Todo va cambiando. Tengo obra pictórica, como serigrafías, impresiones y obra en original. Tenemos coctelería artesanal, cosmética orgánica y ropa sustentable; accesorios como anillos, joyería y piedras; cosas de decoración de interiores como tapices, cerámica, barro, iluminación y hamacas, y también hay una sección de la India y Nepal en la que tenemos cuencos, figurillas e inciensos”, nos explica Andrea. Como curadora, ella siempre está buscando nuevas propuestas que incluir. “Agua, Sal y Aire es una antología del diseño consciente. Se trata de crear puentes entre el diseño, la naturaleza y la sustentabilidad”, resume Andrea.
Solar
Un excelente plan para tu escapada es visitar Solar, Paraíso Lúdico, ubicado en Paseo Acatitlán 61, Avándaro. Con apenas dos años, Solar se ha consolidado como uno de los lugares favoritos en los alrededores de Valle, tanto por su deliciosa comida, como por lo apacible del espacio. Un comedor lleno de luz y un inmenso jardín hacen de Solar el sitio ideal para ir en familia, pues los niños pueden jugar mientras los adultos disfrutan de una comida y bebida deliciosa. Diana Rojo, directora creativa, dueña y creadora del proyecto, nos platica: “Quería crear un lugar en donde los adultos puedan comer, beber rico y pasarla bien mientras los niños están corriendo seguros”.
Al preguntarle por el origen del nombre, Diana nos explica: “Solar es un sinónimo de ‘terreno’, y el logo es una piedra Pi, objetos utilizados por los sanadores para pasar de una dimensión a otra. Solar es como entrar en esta dimensión donde vas a comer delicioso, pasarla increíble y estar a gusto”.
La cocina de Solar está a cargo del chef Steve Bell, quien trabajó más de seis años con Elena Reygadas en Rosetta, en la Ciudad de México, y cuenta con una gran experiencia en cocina norteamericana, italiana y elaboración de pan. En cuanto al enfoque de la comida, Steve nos cuenta: “El estilo de comida es variado. Hay algunos platillos gringos muy ricos, como el sándwich de brisket. Tengo platillos italianos, como risottos, pastas, carnes braseadas o ahumadas, ensaladas y pan, pues me encanta esta cocina poco pretenciosa, sencilla y que se enfoca en la calidad del ingrediente”.
Más allá de la originalidad e impecable ejecución de sus recetas, Solar se destaca por la calidad de sus ingredientes, estándar que han logrado gracias a una logística basada en el comercio local, justo y sustentable. Al respecto, Diana nos explica: “Tenemos un huerto con jitomates, plantas, especias y otros vegetales propios, y trabajamos con muchos productores locales. No congelamos prácticamente nada, nos traen la carne muy fresca y hay ranchos cercanos que nos traen el pollo y el cerdo”.
Para saborear esta filosofía, te recomendamos probar la sopa de tomate, elaborada con jitomates frescos del huerto. Hechas en casa, todas sus pastas son deliciosas, pero si buscas sabores intensos, te recomendamos el Tagliatelle con ragú de andouille de pollo. En Solar también tienen una panadería en la cual elaboran pan de masa madre, pan danés y pan dulce, y recientemente integraron una vitrina de helados artesanales.
Trattoria da Giancarlo
Si buscas una opción para cenar después de disfrutar la tarde junto al lago o paseando por las calles de Valle de Bravo, te recomendamos visitar Trattoria da Giancarlo, un restaurante de comida italiana ubicado en Santa María 118, a cinco minutos caminando del mero centro de Valle.
Trattoria da Giancarlo comenzó siendo un lugar sencillo con tres mesas y mucha hambre por compartir su amor por la auténtica comida italiana. Hoy, 12 años después, es un restaurante reconocido que cuenta con clientes muy leales. Nedelka Yamel Jainz, esposa de Giancarlo Abruzzese y socia del restaurante, recuerda: “Empezamos sin nada, con muchas ganas, pero sin conocer a nadie, y poco a poco hemos ido creciendo”.
En Trattoria da Giancarlo, la cocina está abierta para que puedas ver el proceso de cada platillo, pues buscan ser transparentes con sus comensales: “La cocina abierta está hecha con la intención de que vean cómo lo hacemos. Aquí puedes ver paso a paso cómo se hacen la pasta o la pizza porque queremos que sepas que respetamos el producto y que no hay cosas raras. Nos gusta eso y desde que abrimos siempre ha sido así”, comenta Nedelka.
Hace unos años, fueron reconocidos por la Embajada italiana por ser un restaurante de auténtica comida italiana que respeta los ingredientes, la tradición y los procesos de la misma. Todas las recetas son de Giancarlo, quien se inspiró en la comida que hacían su mamá y su abuela. Ante todo, la intención es hacer comida fresca, por lo que no hacen uso de refrigeradores ni microondas. En la elaboración de sus platillos, solo usan aceite de oliva extra virgen o ghee, y respetan mucho el producto: “Que el espárrago sepa a espárrago. Nos gusta la comida hecha como si fuera para nosotros y nos gusta comer bien”, añade Nedelka.
Para comenzar, te recomendamos probar cualquiera de sus pizzas al horno de leña o pastas hechas en casa. “La carta no es fija, es una carta muy pequeña que todos los días cambia. Como no usamos congeladores, a mí me llega el marisco hoy, y si ya no hay camarones o pescado para el domingo, pues ya no hay. Es una carta corta que garantiza que todo es fresco y que nada está congelado”, nos explica Nedelka.
“Valle nos recibió muy bonito desde el primer día y la idea es seguir manteniendo vigente en la Trattoria la comida que hacían Giancarlo, su mamá y su abuela juntos”, concluye Nedelka.
Base Camp
Aunque la mayoría de la gente elige hospedarse en el centro de Valle de Bravo o en Avándaro, relativamente cerca existen increíbles opciones de hospedaje en medio del bosque. Si llegas a Valle por la ruta de senderismo desde el Nevado de Toluca, difícilmente encontrarás una mejor alternativa para pasar la noche que Base Camp Rodavento, una opción de camping que está a solo una hora de Valle de Bravo, en un ejido de 1,500 hectáreas de bosque virgen conocido como Corral de Piedra. Waldemar Franco, emprendedor del proyecto, nos cuenta cómo inició este concepto: “Base Camp surge entre cuatro amigos, por estar yendo a Corral de Piedra, un lugar muy especial entre el Nevado de Toluca y Valle de Bravo, donde hay bosques de Oyamel a los que llega la mariposa monarca cada año. Estando ahí dijimos: –¿por qué no hacemos una especie de albergue alpino con tiendas de campaña?–”.
Durante el día, en Base Camp organizan actividades en el bosque con guías profesionales, como escalada en roca, rutas de senderismo, bici de montaña o avistamientos de mariposa monarca.
Por otro lado, Base Camp es un proyecto poco invasivo y sustentable, pues además de echar mano solo de materiales reutilizados para su construcción, instalaron celdas solares y un banco de baterías. “Es un proyecto sustentable no solo porque tiene bajo impacto ambiental, sino que también estamos dándole chamba y capacitando a mucha gente de la comunidad, lo que lo hace también socialmente sustentable”, complementa Waldemar al respecto.
Momentos inolvidables rodeados de naturaleza, alternativas sustentables y comida exquisita te esperan en tu próxima escapada a Valle de Bravo.
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