Para definir el rumbo de una organización, generar un cambio y producir una mejora, ya sea administrativa, financiera u operativa, hay que tomar decisiones individuales y grupales que se alineen tanto a las circunstancias como a las metas. Esto implica un proceso de análisis que ayude a plantear estrategias, concretar objetivos y solucionar problemas a corto, mediano y largo plazo.
De la teoría a la práctica
Ante una situación abrumadora, la toma de decisiones puede volverse difícil de ejecutar. Un escenario como este plantea la necesidad de elegir entre una visión individual o colectiva del problema. Para llevar a cabo esta elección, hay que estudiar las ventajas de cada una. Por ejemplo, para encontrar nuevas oportunidades de negocio, es común buscar el interés y la participación de un grupo de personas porque puede aportar más puntos de vista sobre un mismo tema, lo cual aumenta la fuerza colaborativa. Por el contrario, las tareas cotidianas no suelen requerir la votación del equipo porque la persona encargada tiene la suficiente experiencia para llevarlas a cabo por sí misma.
En esta infografía de Business Class te compartimos las principales características de la toma de decisiones individuales y grupales y el alcance que tiene cada una ante distintos escenarios.